En
la página 218 del libro Ecología de
Michael Begon se describe el experimento desarrollado por Bellows en 1981 para
estudiar cómo cambia la supervivencia de una especie (escarabajo de la harina),
dependiendo de la cantidad de individuos que tienen una cantidad fija de
recursos (alimento). Bellows puso en varios tubos de ensayo la misma cantidad
de alimento y en cada tubo colocó diferentes cantidades de huevecillos del
escarabajo; después de un tiempo contó el número de escarabajos que se habían
convertido en adultos y cuántos morían. En los tubos donde puso pocos
huevecillos los individuos crecieron normalmente: la tasa de mortalidad (el porcentaje
que moría antes de llegar a adulto) era baja y constante. Sin embargo al aumentar la densidad inicial
de individuos la tasa de mortalidad aumentó: había menos alimento y la
competencia por los recursos aumentaba. Si la densidad era demasiado alta, el
grado de competencia era tal que ningún escarabajo llegaba a ser adulto: eran
tantos los huevecillos en relación a los recursos disponibles que el alimento
se agotaba antes de que alguno de ellos llegara a ser adulto.
Lo
útil de la Ecología es que los patrones que vemos en una escala micro pueden
aplicarse en una escala macro. En esencia el planeta es un tubo de ensayo con
recursos limitados, igual que nuestro país y ciudad. Los pozos petroleros
tienen una cantidad fija de combustible que tarde o temprano agotaremos;
Chapala o el Acuífero de Tesistán tienen una cantidad finita de agua; el
drenaje de la ciudad tiene una capacidad máxima que al ser rebasada se desborda
y provoca inundaciones; las calles de nuestra ciudad tienen una superficie donde
no cabe más que cierta cantidad de autos antes de volverse intransitables; la
atmósfera puede recibir una determinada cantidad de contaminantes antes de volverse
peligrosa para la salud. Por esto la administración del agua, la energía, el espacio
urbano, el control de la contaminación y en general de los recursos naturales,
es fundamental para la prosperidad de una sociedad. Civilizaciones enteras como
la de la Isla de Pascua fracasaron por ignorar y sobrepasar la capacidad de
carga que le permitían sus recursos naturales.
El
9 de Junio pasado fue el día con la tercera peor calidad del aire en la ZMG
desde que se tiene registro (Milenio, 10/06/10). El ozono llevó los puntos
IMECA a 255 en la estación Vallarta. Esto fue producto de la alta emisión de
gases de combustión de automóviles en conjunción con condiciones atmosféricas
desfavorables. La falta de viento produjo que sufriéramos de forma aguda los
efectos de la contaminación que cotidianamente generamos. ¿Causas, además de la
falta de viento? En Jalisco el consumo de combustibles y por ende sus emisiones
aumentaron 60% en veinte años (SENER). En la ZMG el número de automóviles
particulares se triplicó al pasar de aproximadamente 360,000 en 1992 a más de
1.1 millones en 2008 (Anuarios Estadísticos Jalisco INEGI). ¿Soluciones? No
podemos triplicar la superficie de las calles en la ZMG con segundos y terceros
pisos, debemos contaminar menos. La elección de los ciudadanos por el auto es
la respuesta a la falta de un sistema eficiente, seguro, confiable y
competitivo de transporte colectivo; a la falta de infraestructura para que
opciones de movilidad no motorizada sean seguras y accesibles en toda la
ciudad; y al caótico crecimiento urbano que induce el crecimiento poblacional
en zonas sin servicios aumentando así la necesidad de transportarnos (número y
distancia de viajes). Cualquier estrategia de movilidad que quiera mejorar la
calidad del aire debe mostrar metas de cuánto pretende reducir el consumo de
combustible y el uso del auto; más allá de discursos y planes, la inversión en
infraestructura para transporte colectivo y movilidad no motorizada en
comparación con la inversión vial “tradicional” dirán el grado de seriedad con
que estas opciones son consideradas. Mientras la política ambiental espera para
ser tomada en serio –de la cual la calidad del aire es sólo un tema- seguiremos
viviendo este experimento hasta saber cuántos autos, casas y población puede
soportar el entorno de nuestra frágil zona metropolitana de Guadalajara.