Producción y consumo sustentable.
Arturo Balderas Torres. Egresado de ingeniería ambiental ITESO y ha
sido académico del ITESO; es investigador postdoctoral del Centro de
Investigaciones en Geografía Ambiental de la UNAM y miembro del Sistema
Nacional de Investigadores Nivel I, abalderastorres@gmail.com.
El objetivo de éste artículo es describir algunas causas de los
problemas ambientales y cómo la adopción de prácticas de producción y consumo sustentable
pueden contribuir a su solución.
El impacto de la sociedad sobre el medio ambiente se puede ver en dos
vertientes distintas: por un lado en el agotamiento de los recursos naturales
(p.e. cambio de uso de suelo, deforestación, sobreexplotación de pesquerías,
explotación de recursos no renovables como el petróleo y productos minerales, y
la desaparición de especies de animales y plantas); y en una segunda instancia
en la acumulación de contaminantes en los cuerpos de agua, la atmósfera y el
suelo por las descargas, emisiones y generación de residuos.
El impacto ambiental de la sociedad puede describirse en función de
tres variables. En primer lugar depende del tamaño de la población. En segundo
lugar depende del estilo de vida o nivel de afluencia de la población; es decir
de los niveles de consumo de recursos y de generación de residuos. Y en tercer
lugar, de la tecnología utilizada para producir los bienes y servicios que consumimos
y para procesar o ‘deshacernos’ de los residuos que generamos como sociedad. Así
se obtiene la ecuación I=PAT, donde el Impacto ambiental es una función de la Población,
Afluencia y Tecnología (p.e. Chertow, 2000).
Desde finales de los sesenta sabemos que el crecimiento poblacional
plantea retos enormes a la humanidad (p.e. Hardin, 1968); por esta razón se han
realizado grandes esfuerzos por frenar la explosión demográfica. El caso
extremo es la política de hijo único en China. Sin embargo, ahora sabemos que
una población pequeña también puede tener un gran impacto ambiental negativo si
su nivel de consumo es muy elevado. Por ejemplo, según cálculos de Kevin
Anderson de la Universidad de Manchester, entre 40% y 60% de las emisiones de efecto de invernadero que
contribuyen al cambio climático, son producidas por entre el 1% y 5% de la
población de mayores ingresos y nivel consumo a nivel mundial (Anderson, 2013).
Así, el 1% de la población seríamos responsables del hasta el 60% de la
contribución humana actual al cambio climático. Un indicador rápido para saber
si estamos en ese grupo, es sí viajamos alguna vez por año en avión. Los
problemas ambientales pueden emerger si somos muchos acumulando un pequeño
impacto, o si somos relativamente pocos con un gran impacto individual.
Para poder generar un modelo social sustentable necesitamos respetar
los límites de los ecosistemas. En primera instancia no debemos utilizar los
recursos naturales renovables a una tasa mayor que su ritmo de regeneración; en
segundo lugar no deberíamos generar residuos, descargas o emisiones a la
atmósfera a un ritmo mayor a su tasa de asimilación natural. Éstas son dos de
las reglas de sustentabilidad del economista ecológico Herman Daly (1990). Al
contener el impacto ambiental dentro de estos límites, estaremos viviendo de
acuerdo a la capacidad de carga del planeta.
Si contrastamos éstas reglas con la situación actual identificaremos
retos y oportunidades para generar soluciones que nos permitan avanzar hacia la
sustentabilidad. En este contexto los centros de investigación, desarrollo e
innovación de las universidades y el sector privado tienen la misión de
generar, comunicar y contribuir a la aplicación del conocimiento nuevo y las
tecnologías que contribuyan a resolver estos problemas.
Para fines prácticos, ya contamos con la mayoría de la tecnología
necesaria para resolver los problemas ambientales. Es posible listar las
tecnologías para el tratamiento de aguas residuales y de emisiones a la
atmósfera, para el reciclaje de residuos, la generación de energía por fuentes
renovables y el manejo de recursos naturales. El gran reto que tenemos
pendiente como sociedad, es la integración de éstas tecnologías y conocimiento
en nuestras prácticas de producción y de consumo y en última instancia en
nuestro estilo de vida.
Más que una solución técnica, lo que necesitamos es una solución social
que nos permita alinear el sistema económico, legal y cultural para vivir
dentro de la capacidad de carga del planeta. En última instancia hace falta una
renovación de los valores éticos que están detrás de estos sistemas para
incluir criterios de sustentabilidad ambiental.
Referencias.
Chertow, M.R. 2000. The IPAT equation and its variants. Journal of
Industrial Ecology 4 (4):13-29.
Hardin, G. 1968. The Tragedy of the Commons. Science. New Series, Vol
162, No 3859. pp. 1243-1248.
Anderson, K. 2013. Presentación en el evento
Paralelo: “Global Carbon Budget 2013: rising emissions and a radical plan
for 2 degrees” en la COP 19 organizado por la Universidad de East Anglia y
CICERO (Center for International Climate and Environmental Research).
Proyecto: www.globalcarbonatlas.org.
Daly, H. 1990. Commentary: Toward some
operational principles of sustainable development. Ecological Economics, 2, pp. 1-6.
Agradezco a Francisco Morfín Otero por la invitación a colaborar en éste suplemento. ¡Gracias Paco!