Foto: arbalto. Sesión plenaria en COP 19.
Diciembre
del 2015 es aún lejano, pero ese año se celebrará la cumbre de cambio climático
en París (COP 21) y las expectativas de que se llegue a un acuerdo climático
mundial son altas. La última vez que esto ocurrió fue antes de la cumbre de
Copenhague en 2009, pero como sabemos, las cosas no salieron como se esperaba (http://arbalto.blogspot.mx/2013/11/cancun-desde-kyoto-copenhague-cop-16-20.html). Francia es un país de
tradición diplomática y peso político, ojalá sea capaz de tejer los acuerdos
necesarios y lograr el “Pacto de París”. Aún así, esperar hasta el 2015 para
implementar medidas de mitigación es perder (más) tiempo precioso.
México
es un país progresista dentro de la COP. La Ley General de Cambio Climático
(LGCC) incluye una meta “aspiracional” para reducir en 30% las emisiones de
gases de efecto invernadero (GEI) en el 2020 y de 50% en el 2050. Sin embargo,
la Ley tiene unas “letras chiquitas” que indican que México cumplirá con su
objetivo, siempre y cuando, se cree el “régimen internacional” que incluya mecanismos
de apoyo financiero para el desarrollo de las medidas de mitigación. Aún cuando
en Varsovia se avanzó en el tema de financiamiento, para fines prácticos esto implicaría
que en 2015 se logre un acuerdo internacional. Vale la pena preguntar: ¿Cómo
afectarían los resultados de la cumbre de París a la política climática de
México?
La
respuesta no es sencilla. Si no se alcanza un pacto, esto sería un pretexto
perfecto para que cuando se revise la Estrategia Nacional de Cambio Climático,
la meta “aspiracional” de México sea “ajustada” a la baja. Podría alegarse que la
razón es la falta de recursos (y compromisos) internacionales. Por otro lado esto
podría servir como excusa por ejemplo, para justificar el aumento en las
emisiones de GEI debido a una mayor producción petrolera derivada de una
eventual reforma ‘energética’.
Sin
embargo, contar con recursos internacionales no garantizaría el cumplimiento
del objetivo e incluso podría ser contraproducente. Este es el caso cuando el
financiamiento de actividades de mitigación se condiciona a que después se vendan
los créditos o bonos de carbono en el mercado internacional. Algunos ejemplos
en este sentido son los proyectos de mecanismo de desarrollo limpio del Protocolo
de Kioto y de los mecanismos de mercado que se deriven del programa de
reducción de emisiones por deforestación y degradación forestal (REDD+). El
problema es que si el apoyo financiero se condiciona a que se ‘venda el
carbono’ a los países donantes en el mercado internacional, los resultados se
contabilizarían para el objetivo de mitigación del país comprador y no de
México.
Por
otro lado es necesario considerar los tiempos políticos. Si se aprueba el Pacto
de París, todavía se necesitarán varios años para que los mecanismos y
programas derivados de éste sean “operacionales”. Si esto fuera “rápido”, en el
contexto de la COP y se tardaran “tan sólo” dos años, es decir hasta el 2017,
esto significa que gran parte de las medidas de mitigación a desarrollar en el
país en este sexenio deberán ser financiadas con recursos propios u obtenidos
vía acuerdo bilaterales (fuera de los acuerdos de la COP).
Reducir
el objetivo de mitigación alegando falta de financiamiento (nacional o
internacional) o por el incremento de las emisiones debido a una mayor
producción petrolera, representará aceptar el fracaso en materia climática.
Claro que en el 2020, cuando se evalúe el objetivo planteado en la LGCC, el
problema sería de la siguiente administración federal.
¿Cuál
puede ser una solución? Será necesario definir nuestro presupuesto de carbono
¿Cuánto petróleo podemos extraer, en cuánta área se puede autorizar cambios de
uso de suelo, cuánta gasolina, gas o diesel se puede quemar, etc.? Será preciso
preparar e implementar una estrategia para cumplir con ese presupuesto, haciendo
el mejor uso de cualquier financiamiento externo y doméstico (públicos,
privados y de los ciudadanos). Es vital siempre favorecer que las medidas de
mitigación implementadas, principalmente las más “baratas”, sirvan para cumplir
con los objetivos del país.
P.D.
Aún si se logra el Pacto de París, será difícil que la suma de las “promesas” y
“contribuciones” a la reducción de emisiones de cada país (ya no se llamarán
compromisos), sean suficientes para evitar un aumento de la temperatura de más
de 2C.
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