domingo, 16 de enero de 2011

Contaminación Atmosférica: Autos Baratos, Camiones Caros (Publicado en La Jornada Jalisco, 16 Enero 2011)


Para elegir es necesario que existan opciones, que sepamos de su existencia e implicaciones. En esta ocasión compararemos algunos costos del uso del auto particular y el transporte colectivo y de cómo decidimos entre ellos.
Retomando el comentario de ayer: ¿Por qué con el Hoy No Circula los capitalinos no utilizaron más el metro o el transporte colectivo? Lucas W. Davis no profundiza en este tema pero menciona dos puntos que ayudan a entenderlo.
Primero, a menos que uno viva cerca de una estación de metro necesitará microbuses, camiones o taxis para acceder a él. Esto es crítico porque la red del metro se localiza fundamentalmente en el DF mientras que el crecimiento urbano reciente ocurrió en el Estado de México.
El segundo factor es que en 1991 las rutas de camiones fueron parcialmente privatizadas y concesionadas; Davis aclara que su análisis del uso de estas rutas abarca hasta 1990 porque después de la privatización su uso cayó dramáticamente. ¿Qué pasó?
Los nuevos capitalinos estaban alejados de la red del metro, y podemos inferir que para ellos el costo de usar los camiones fue mayor que el de comprar un auto. Esto en parte se explica por el acceso al financiamiento. Pero ¿Cómo es que concesionando las rutas de transporte se puedan incrementar los costos y reducir los beneficios a los usuarios?
Al atomizar las rutas entre concesionarios, las rutas sin potencial económico pierden interés mientras que la competencia por las rutas lucrativas se vuelve rampante. La utilidad para cada concesionario debe generarse por la operación de unas cuantas unidades; así no sólo se tiene que generar una utilidad que iría a una empresa sino que se tienen que generar “n” utilidades para “n” concesionarios. La competencia entre choferes por el pasaje pone la seguridad, la periodicidad y calidad del servicio en segundo término. También anula la posibilidad de un sistema de transbordo para pagar sólo un boleto por recorrido pues cada concesionario busca su propia utilidad.
Los concesionarios buscaron maximizar su utilidad. Teniendo tarifas fijas, la forma de hacerlo puede ser manteniendo las unidades llenas (teniendo menos unidades que las necesarias para cubrir la demanda). Otras estrategias pueden incluir no mantener ni renovar las unidades; pagar bajos sueldos a choferes y comprar combustibles en el mercado negro.
Si se reducen el número de rutas y unidades y estas van más llenas, el costo por el tiempo de transporte para el usuario aumenta hasta volverse intolerable. No son ya sólo los $3 o $6 pesos que cuesta el pasaje, es además lo que se pierde por llegar tarde o no llegar al destino (p.e. pérdida de empleo).
Sin embargo la verdadera competencia, no se dá entre choferes, rutas o concesionarios, se da desde la perspectiva del usuario quienes elegimos entre el transporte colectivo como un todo y el auto, taxis, caminar o la bicicleta.
¿Cómo decidimos? Todos respondemos a incentivos que pueden ser económicos, sociales o morales y que cambian de persona a persona. Podemos buscar la opción de menor costo, aquella que no contamine, la más rápida, la más lujosa, la más segura o la que demande menor esfuerzo; pero siempre elegimos. Lo ideal sería que tuviéramos muchas opciones, las conociéramos, pudiéramos pagarlas y decidiéramos siguiendo un sistema de valores encaminados hacia el bien común. Pero el mundo real es diferente, es imperfecto y tenemos diferentes intereses y recursos limitados los cuales restringen nuestras decisiones. Como dice el economista Steven Levitt la moral describe al mundo como nos gustaría que fuera, la economía lo describe como realmente es. Así que para comparar la competitividad del transporte colectivo y el auto vale la pena partir de un análisis económico.
Haciendo un análisis de costos muy básico que los economistas llamarían de costos marginales, podemos analizar el costo por viaje realizado comparando el costo del pasaje con el gasto de gasolina de un auto. Un boleto de camión en la ZMG cuesta $6 es decir $12 por persona por viaje redondo. Según cifras del Plan de Movilidad Urbana Sustentable para la ZMG (Vol I. pág 47), el costo por viaje en el 2009 era de $4.87 pesos, por lo que el resto era utilidad. Respecto al auto, algunos vehículos tienen rendimientos mayores a 15 kilómetros por litro. Por facilidad de cálculo tomemos un valor conservador de 9 km/lt y un precio de gasolina de $9 por litro, así el costo de gasolina al usar un auto ronda un peso por kilómetro.
Solamente si nuestro viaje es mayor a 6 km (12 km viaje redondo) pagaremos menos por el pasaje del camión que por la gasolina del auto. Sin embargo en viajes largos es probable que usemos varias rutas por lo que el costo del pasaje aumentaría proporcionalmente. En un hogar el costo de usar camiones se multiplicaría además por el número de integrantes que deben viajar, mientras que en el uso del auto el costo total para el mismo trayecto no cambiaría. Si utilizamos los rendimientos de los autos más eficientes (hasta 18 km/lt) el auto es mucho más económico.
Considerando las distancias a recorrer en esta ciudad que repite el crecimiento anárquico del DF, sin una planeación territorial ni transporte colectivo consolidado, el auto termina siendo una necesidad y no un lujo. El auto será muchas veces más barato económicamente que el transporte colectivo; además permitirá tomar más decisiones sobre el número de viajes, destinos, equipaje y horario en que se desea hacer los traslados.
A menos que viajemos en camión por cuestiones ajenas a lo económico –p.e. ecologismo o evitar el stress del tráfico- los usuarios de los camiones serán mayoritariamente aquellos que no puedan conducir o adquirir un auto: menores de edad, personas de la tercera edad, débiles visuales, personas con bajos ingresos o sin acceso al financiamiento; los sectores vulnerables deben pagar un servicio caro e impredecible así como las rentas privadas.
No estoy a favor de promover el uso del auto, pero estos cálculos ayudan a entender porque el parque vehicular en la ZMG ha crecido descomunalmente, mientras que el transporte colectivo se sigue rezagando. Utilizar el auto es extremadamente barato, la gasolina está subsidiada y no asumimos los costos ambientales y sociales que ocasionamos por la contaminación local y la contribución al cambio climático; desgraciadamente utilizar el camión es comparativamente muy caro bajo las condiciones actuales tanto para viajes cortos como viajes largos. La situación actual genera incentivos económicos para comprar autos, gasolina y contaminar; y nosotros respondemos muy bien. En el próximo comentario compararemos el uso del auto con el uso de la bicicleta.


Nota: Obviamente la gasolina no es el único costo al usar un auto, pero también es cierto que a diferencia del uso del camión podemos vender el auto y recuperar parte de nuestra inversión. Un análisis más completo debe incluir el costo de estacionamiento, seguros, mantenimiento, costos anuales, tasa de interés, etc. Pero considerando la (des)articulación del sistema colectivo –sin trasbordo entre rutas- y que tomamos un rendimiento de gasolina conservador hacer un análisis más detallado no cambia las conclusiones; basta ver las calles de la ciudad.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario