Ya estamos a unas horas de que termine la
COP. En los pasillos se escucha que el gobierno de México está tratando de que
la última sesión, donde se tomarán las decisiones inicie lo más tarde posible;
de esta forma los grupos que están discutiendo los diferentes textos de las
decisiones que se considerarán dentro del paquete de Cancún tendrán más tiempo
para llegar a un acuerdo. Ayer el Embajador Ash de Antigua y Bermuda que
preside el grupo de trabajo sobre el protocolo de Kyoto dijo que las
discusiones sobre temas técnicos estaban prácticamente agotadas, lo que se
necesitaba ahora es una decisión política. Los países han estado negociando
permanentemente los textos de día y la noche,
para integrar versiones revisadas y actualizadas de los documentos. Me
imagino que han sido para ellos jornadas agotadoras.
A veces olvidamos que las COP no son
conferencias sobre medio ambiente; son un proceso político, diplomático sobre
un tema ambiental. La información técnica se usa primordialmente como isumos,
herramientas, pero nada más. Para que sea exitoso este proceso se debe seguir
los protocolos y procedimientos establecidos, se debe tejer fino y la decisión
debe ser unánime. La presidencia de la COP en este caso México, debe asumir su
papel de facilitador y no tratar de imponer su agenda. También por esto en todo
momento la canciller Espinosa ha apelado a la transparencia, participación y al
hecho de que los documentos de decisiones que se están integrando en ninguna
forma representan la postura, o la propuesta de México, sino el fruto de las
negociaciones de todos. Bajar este perfil, en comparación con el rol protagónico
que tomaron los daneses el año pasado, puede ayudar a que se alcance más de lo
que se creyó en un principio.
Qué bueno que el gobierno federal corrigió
el camino a tiempo y cambió la organización de la COP de la Secretaría de
Turismo a la de Relaciones Exteriores; pareciera que la Secretaría de Medio
Ambiente y Recursos Naturales ha quedado relegada, pero no es su papel brillar
en este proceso. Su rol es desarrollar y aplicar la política ambiental dentro
de México, a nivel doméstico, además de generar la información técnica
necesaria –o coordinar su generación- y crear la información/estructura
ambiental transversal en los diferentes niveles de gobierno y sectores
socioeconómicos. Veamos qué pasa.
Comentario Sobre Transferencia de
Tecnología.
Parte de las negociaciones giran en torno a
cómo transferir tecnologías limpias a los países en desarrollo. Esta
transferencia comprende desde metodologías y procedimientos, información y
equipos de última generación para reducir consumo de recursos o para producir
energía renovable o hacerlo de una forma más eficiente. El tema del costo y las
patentes, por las que países en desarrollo deben pagar a países desarrollados
es un tema toral.
Existe una teoría económica, sumamente
discutida y criticada por muchos, que indica que solamente cuando se ha
alcanzado un estado de riqueza determinado (se ha rebasado un mínimo), podemos
preocuparnos por el medio ambiente; la teoría se llama la curva ambiental de
Kuznetz –EKC por sus siglas en inglés-. El medio ambiente se entiende como un
lujo. Primero somos pobres, entonces como tenemos necesidades apremiantes,
necesitamos desarrollarnos a cualquier costo. Esto implica que tendremos una
tasa de crecimiento económico alto pero que estará acompañada también de una
tasa alta de contaminación y degradación ambiental; sin embargo llegará un
punto donde tendremos recursos suficientes para invertirlos en tecnologías
limpias y de restauración ambiental. La curva descrita tiene forma de una U
invertida, primero sube la contaminación mientras aumenta el ingreso y pasado
un punto dado baja la contaminación –y el ingreso sigue aumentando-.
Si bien puede parecer razonable y encajar
con el desarrollo histórico de algunos temas ambientales la EKC es sumamente
cuestionable. En primer lugar es discutida desde el punto de vista ético al
abordar al medio ambiente como un lujo y con la visión de que es un sumidero
para la contaminación o sólo un proveedor de recursos para la economía. En
segundo lugar, porque si bien en muchos casos sí se han seguido patrones de
contaminación y luego “descontaminación” la variable económica no es la única
que afecta la adopción de las medidas correctivas. Otros dos factores son muy
importantes, primero la información disponible que indique que cierto tipo o
nivel de contaminación es peligroso así como su subsecuente regulación; y segundo la existencia de tecnologías que se
van desarrollando –que no existían originalmente- que permiten reducir la
contaminación y contrarrestar sus efectos. Así se puede ver que los países
ahora industrializados (Estados Unidos, Europa, Japón…) primero basaron su
crecimiento en combustibles fósiles y
ahora están cambiando a energías alternativas; no significa que los países que
ahora inician su industrialización deban seguir ese camino pues ahora ya
existen tanto el conocimiento como las opciones tecnológicas, solo que son muy
caras.
Facilitar esta transferencia de tecnología
es una de las metas del MDL dentro del protocolo de Kyoto, sin embargo aún se
debe trabajar para reducir los costos y garantizar que sean más los beneficios
se queden los países en desarrollo. Por ejemplo en el caso de energías
renovables como la solar o eólica, debido a la falta de tecnología y personal
capacitado en países en desarrollo en muchas ocasiones el único beneficio para
estos países será contar con electricidad limpia –reduciendo otros beneficios
potenciales como empleo, creación de capacidades y cadenas productivas etc-;
prácticamente todos los otros beneficios serán para empresas de países
desarrollados. Los equipos son fabricados por empresas de países desarrollados
–quienes tienen las patentes-, deben comprarse con ellos, incluso muchos de los
asesores sobre los mercados de carbono para entrar al MDL, así como los bancos
a donde se puede acceder al financiamiento para la inversión inicial tienen
socios mayoritarios de países desarrollados. El promovente de un proyecto
deberá obtener un crédito con un banco extranjero –o arriesgar su capital-;
venderá la electricidad y los bonos de carbono y usará este ingreso para pagar
la maquinaria extranjera, los servicios técnicos externos y los intereses del
crédito. El proceso se parece un poco a los proyectos de “ayuda ligada” para el
desarrollo que predominaban hace unas décadas. En la “ayudad ligada” países
industrializados prestaban recursos para proyectos de desarrollo en países
menos avanzados, con créditos con tasas
de interés preferenciales –pero que aún así se tenían que pagarse- con la
condición de que el país receptor contratara a X o Y empresa del país donante
para desarrollar la obra (p.e. una presa). En ocasiones los proyectos no
respondían a las necesidades locales y terminaban como elefantes blancos,
inoperantes y el país con deuda.
En el caso de MDL la situación no es tan
crítica sobre todo si los proyectos realmente responden a necesidades locales;
sin embargo debemos ser cautelosos sobre que otros co-beneficios generan en el
país donde se desarrollan los proyectos y ver la forma como pueden maximizarse.
Depende del país anfitrión como utilizará la energía renovable –u otros
beneficios de los proyectos-, para generar más beneficios a su sociedad, y
sobre cómo desarrollar las capacidades y tecnologías que le permitan después
competir en estos nuevos mercados. El Dr. Panayotou nos decía que ya los paneles
solares chinos tienen un precio de sólo el 25% de los alemanes; tal vez la
calidad no se la misma, pero si el objetivo es llenar el Sahel o el Sahara de
paneles, esa diferencia cuenta…. pronto solo les veremos el polvo a los
asiáticos, nos dijo el académico de Harvard… algo tenemos que aprenderle a
China.
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